Sky Rojo (T3-Final): Descarrilamiento y a otra cosa

Seis meses después de la última batalla, Coral, Wendy y Gina descubren que la paz es solo una falsa sensación. Cuando su nueva vida estalla en pedazos, las chicas entienden que el pasado siempre vuelve y que si quieren ser realmente libres deben acabar con él… o lo que es lo mismo, con Romeo.

Hace tres años arranqué ‘Sky Rojo’ esperanzado, dispuesto a ver lo que era capaz de hacer la productora Netflix con material patrio. Además, la duración de los episodios se me antojaba de fácil consumición (apenas treinta minutitos). Si a eso le sumamos un par de nombres en el reparto atractivos (Verónica Sánchez, Asier Etxeandia o Miguel Ángel Silvestre) el resultado no podía decepcionarme.

Siendo justos y dentro de todos los actos de fe que había que hacer para llegar hasta el final, la primera temporada se me antojó pasable. Había un villano ejemplar detrás de todo esto, personajes que no eran ni blanco ni negro y una trama con posibilidades abiertas. Todo se desplumó en una segunda entrega que recarga los mensajes, se hacía excesiva y terminabas, simplemente porque los capítulos eran de corta duración.

¿Por qué he caído en la tercera? Bueno, pues viendo que la serie terminaba y que no me iba a comer mucho tiempo, decidí dar una última oportunidad a ‘Sky Rojo’ y ver qué sucedía con las chicas que escapaban del puticlub. Otra vez, la serie no empezaba mal. Es más, diría que la serie está más cómoda cuanto más se aleja de los clubs de alterne. Además, meten un personaje desconcertante, el tal Darwin, para hacer frente a la masculinidad de Moisés / Silvestre y todos contentos.

Todo empieza tan sumamente calmado que hasta me pareció que se les había acabado el presupuesto… pero no. A raíz del cuarto episodio, volvemos por los fueros, con una trama capaz de cargarse hasta la buena construcción que hace Etxeandia de su villano, de meter escenas que no se las traga absolutamente nadie (la del parto, por poner un ejemplo). Al final, la serie confirma el descarrilamiento que, poco a poco, se veía venir. Termina de forma ridícula, demasiado, y a otra cosa mariposa.

Muy, pero que muy decepcionante.

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