El día que Ángel habló con Estrella en aquella discoteca, su vida cambió para siempre. Tras una pelea con Poli, el posesivo novio de la chica, éste le anima a unirse a su banda de atracadores de Madrid. Ángel comienza a escalar rápidamente en una pirámide de atracos, dinero negro, negocios turbios y abogados corruptos que le llevarán a ser acorralado por Duque, un incansable detective. Desoyendo los consejos de su gente, Ángel se convierte en el protegido de Rogelio, uno de los tipos que controla el mercado negro de la ciudad. Con éste y Sole, hija del capo, Ángel descubrirá que el precio del poder es alto y que pronto tendrá que decidir entre su futuro como atracador y el amor de su vida, Estrella. Un viaje que empezó en el más sucio de los suburbios y que tiene como principal objetivo lo más alto: el cielo.

Desde que televisión española no tiene anuncios, su prime time es de lo más seductor para aquellos que amanecemos para ir a trabajar bien pronto y tenemos que acostarnos a una hora mínimamente decente si no queremos amanecer zombi. Es la única forma de explicar que yo haya terminado viendo esta película que, más allá de la posible aparición de Luis Tosar, pocos elementos hay que me atrajesen para haberla visto en pantalla grande.
Repito, mira que está por aquí Luis Tosar y que podría subir el listón o un director que en su momento me llamaba mucho la atención, pero por mucho que ‘Hasta el cielo’ se lo proponga, no puedo conectar con unos personajes tan desagradables y mal interpretados como los que he visto aquí. No sé quién ha hecho el cast, pero, si se lo propone, dudo que haya podido elegir peores actores. Los que me leéis sabéis que pocas veces me quejo de la dicción, pero en el caso del protagonista es sangrante.
La película nos cuenta, con el aliciente de decir que está basada en hechos reales, el auge y caída de Ángel, un chico que termina convirtiéndose en el hombre de confianza de un capo en una historia en la que no faltan atracos, dinero, negocios truculentos… y todo lo que a Jorge Guerricaechevarría, como guionista de la historia, se le ha podido ocurrir.
Daniel Calparsoro comenzó con películas muy interesantes como ‘Guerreros’ o ‘Invasor’, donde prometía ofrecer algo diferente al espectador. Desde que hizo ‘Combustión’, en la que claramente intentaba ganarse al gran público, he notado un giro en su carrera, ya no hacia lo más comercial (algo que no tiene por qué ser malo), sino hacia la saga ‘Fast & Furious’. Como si esa película hubiese pasado a ser su referencia a la hora de filmar. Mira que en ‘Cien años de perdón’ parecía que lo podíamos recuperar, pero esta se asemeja mucho más a lo que no me gusta de él.
Película que podría tomarse como un homenaje o actualización del cine de género “quinqui”, que tiene películas de lo más interesantes, pero los que aquí aparecen son tan inaguantables que no hay por dónde cogerlo.