Randy «The Ram» Robinson es un luchador profesional de wrestling que, tras haber sido una estrella en la década de los ochenta, trata de continuar su carrera en el circuito independiente, combatiendo en cuadriláteros de tercera categoría. Cuando se da cuenta de que los brutales golpes que ha recibido a lo largo de su carrera le empiezan a pasar factura, decide poner un poco de orden en su vida: intenta acercarse a Stephanie, la hija que abandonó y trata de superar la soledad con su amor por Cassidy, una streaper.

¿Queréis un contrapunto ideal a ‘Cisne Negro? Ved ‘El luchador. Así, no tenéis ni que cambiar de director y observar cómo un realizador es capaz de adaptar sus formas y sus métodos a según la historia que cuenta.
Porque ‘El Luchador’ es una película distinta en la filmografía de Aronofsky, pero está completamente bañada de los detalles que hacen a este realizador diferente. Nos narra la historia de un luchador en decadencia, sometido a una reciente operación de corazón que puede apartarle definitivamente de la cancha pero al que se le presenta una posibilidad de redención.
Así, no faltan las crueles y sangrientas escenas de lucha, con el público jaleando y esperando ver el desenlace final, sumado a la recuperación que conlleva el desgaste físico que allí se realiza, por muy pactado que esté. Todo esto, contado como sólo Aronofsky sabe y teniendo como protagonista principal a un superlativo Mickey Rourke, ante su enésima oportunidad de resurrección, como el Randy «The Ram» de la película. Rourke es gran parte de la película y los errores que comete y que van apareciendo a lo largo del filme son, en cierta forma, fallos que él ha podido cometer en su carrera. Frente a él, una Marisa Tomei absolutamente espectacular, tanto artísticamente como físicamente, con un personaje al que dan ganas de abrazar, besar y, si hace falta, jurarla amor eterno por el resto de los días.
La canción de Bruce Springsteen es excelente y no se te quita de la cabeza. El final aún está en mi cabeza, con esa frase que define perfectamente la película y que te deja el mismo sabor amargo que te deja la vida.
Una película mayúscula para un director que es, desde luego, uno de mis favoritos.