Elvis lleva 25 años aconsejando a sus oyentes en directo en su emblemático programa nocturno de entrevistas. Es uno de los últimos míticos locutores de radio que quedan y su sobrada experiencia le hace ignorar las advertencias de su jefa sobre su comportamiento en el programa. Cada noche llega a sus oyentes con su inconfundible voz y sus agudas réplicas. Tiene una opinión sobre prácticamente todo y se embarra en toda clase de polémicas. Hasta que una noche recibe la llamada de un hombre que está a punto de hacer algo terrible. Esta llamada podría destruir la carrera de Elvis, a su familia y toda su vida por completo.
El caso de ‘Secuestro en directo’ es el típico en el que el guionista se pasa de listillo. Tiene una idea, más o menos original y consigue seducir a una estrella de capa caída, como puede ser en este caso Mel Gibson, con la idea de que tiene algo novedoso entre manos e impactante. Te vienes arriba y hasta lo diriges porque la idea es tuya.
Pero, claro es que Romuald Boulanger ha sido muy listo, un poco de ‘Guilty’ por aquí, el buen saber de Mel por allá, con un toque añejo que deja que se parezca a las películas de los 90 y la verdad es que te das cuenta de que la peli va sobre ruedas… Hasta los quince minutos finales.
Porque si, compro la película hasta esa absurdez completa de final, que no tiene ningún sentido, que busca la sorpresa fácil y el «mira que listo soy» y que, sin embargo, revienta por completo todo el trabajo realizado con anterioridad. Por más que lo pienso, menos me gusta, menos gracia tiene y peor me parece.
Para gustos colores y habrá quien diga o le parezca una genialidad. A mi no, no digo más por no entrar en spoilers. Hasta ese momento, era una peli la mar de maja con un Mel capaz de hacer lo que mejor sabe a pesar de estar entrado en añitos.