Lena consigue escapar del psiquiátrico ruso en el que está recluida y viaja a EE.UU., haciéndose pasar por la hija desaparecida de una familia adinerada. Pero su nueva vida como Esther no será como ella esperaba, y se enfrentará a una madre que protegerá a su familia a cualquier precio…
Menuda cara se me quedó con la vuelta de tuerca de la película original. Parecía una más, una de esas de niño poseído y tocapelotas, pero, no. Resultó ser algo diferente que provocó éxito porque, si no, no habría una secuela. Ahora, se antojaba difícil, muy difícil, hacer una secuela de una película cuyo gran giro ya conoces por completo.
Pero, curiosamente, no estamos ante una secuela al uso. A pesar de que no luce muy bien en cuanto aspecto, porque Collet-Serra cuidó mucho más los detalles y que la actriz principal ya ha crecido y, por lo tanto, su “golpe de efecto” no encaja tan bien porque los años no pasan en balde.
Aun así, la película funciona porque el guión resulta bastante atractivo. Han sido capaces de crear un pequeño giro de guión que hace que la película mantenga el interés. Empieza bien, con el escape del psiquiátrico, pero, justo cuando parece que vamos a volver a las andadas, a lo mismo de siempre, aparece ese pequeño cambio en la historia que funciona y, además, cambia la historia para bien. De esta forma, su ajustado metraje no pierde interés.
No inventa nada nuevo, pero no se limitan a contar la misma historia y, eso, se agradece. Han suplido carencias artísticas con una historia currada.
El Alquimista Cinéfilo 