La historia se retoma seis meses después de la batalla en el centro comercial Starcourt, que trajo terror y destrucción a Hawkins. Luchando contra las secuelas, nuestro grupo de amigos está separado por primera vez y tiene que afrontar las complejidades del instituto, lo que no les pone las cosas nada fáciles. En este momento, el más vulnerable de todos, surge una nueva y terrorífica amenaza sobrenatural que representa un nuevo y horrible misterio que, si consiguen resolver, podría poner fin a los horrores del Upside Down.
Cuidado con los posibles SPOILERS a partir de aquí, avisados quedáis:
Aunque me gustó la tercera temporada, llegué a pensar que los hermanos Duffer estaban estirando un chicle que no daba más de sí o que Netflix quería exprimir su, llamada, “gallina de los huevos de oro”. Cuando la fórmula “niños contra monstruo” ya no daba para más, me encuentro con una satisfacción plena tras, terminar primero y digerir después los nuevos episodios, divididos en dos tandas, que compone la cuarta temporada de las aventuras de los chicos de Hawkins.
Esta vez, no puedo decir que no han arriesgado. Es más, si uno analiza completamente la temporada puede ver que han subido la apuesta, queriendo abarcar muchísimo, con episodios de metraje desmesurado e impensable en una época en la que lo cortito se ve mejor pero que resulta que se consumían solos, con distintas líneas argumentales que debían entrelazarse a pesar de la distancia kilométrica que había por medio. Todo esto, sin perder ese sentido de homenaje ochentero que la caracteriza. Quizás, por buscarle algo, se me antoja incompleta, como si fuese un poco de relleno, por poca relevancia, el argumento que traslada la acción a Rusia, pero, todo lo demás, me parece un sí rotundo. Me quito el sombrero.
Han pasado solo unos meses desde que Once cerrase el portal del mundo del revés y derrotase al Azotamentes. El grupo termina dividido y, así, mientras unos están en Hawkins, otros viven ahora en California, recibiendo extrañas noticias de Rusia. Los acontecimientos permitirán que todos tengan que luchar contra un enemigo común que parece manejar los hilos en el mundo del revés.
Ese misterioso y malévolo Vecna es el gran acierto de una serie que por fin pone rostro (desfigurado y no) a un malo malísimo que está detrás de todo y que, además, funciona muy bien como punto de unión para el argumento principal, ligando con toda la lógica de temporadas anteriores.
Los chicos han hecho ya suyos los personajes, aunque la acción pide a gritos un pequeño salto temporal que les sitúe en un contexto acorde a su edad. Es especialmente llamativa la capacidad de muchos de ellos de llevar el peso de la función. Mención especial para Sadie Sink, que carga con gran parte de la dramática de esta cuarta función y confieso que lo he pasado francamente mal con el destino de su personaje.
Pero es que hasta los relativamente nuevos como Maya Hawke (o el sobresaliente Eddie) están metidos completamente en la historia, como si llevasen más kilómetros a sus espaldas. También merece la pena destacar a Steve, de cómo ha pasado de ser un personaje detestable a ser el verdadero héroe silencioso de la historia. O el trasfondo que está cogido Will, que parece que solo está ahí, de relleno, pero que se descubre en un emotivo diálogo y que, por lo que se entrevé al final, parece que va a ser importante por su conexión con el mundo del revés.
No faltan las escenas icónicas y grandes momentos en esta cuarta entrega, destacando, sin lugar a duda, el concierto más heavy de la historia, guitarra en mano y con una horda de monstruos detrás. También destacaría cualquier “abducción” de Vecna, por el miedo que genera.
En resumidas cuentas, ‘Stranger Things 4’ es, con probabilidad y tras la original, la temporada que más rotundamente he disfrutado. Espero ansiosamente esa quinta entrega que de punto final a una serie que ha sabido completarse en el momento adecuado.