Una asesina y una detective se enfrentan en una persecución a nivel internacional en la que ambas mujeres se obsesionarán la una con la otra. Por un lado está Villanelle, una asesina psicópata sumida en el lujo de su profesión, y por otro lado, Eve Polastri, una agente del MI6. Cansada y aburrida de pasarse los días sentada en su escritorio, la perspicaz criminóloga Eve busca más acción en su vida profesional y un día se encuentra al mando de un grupo secreto cuyo objetivo es dar caza a Villanelle.
Confieso que he tardado en llegar a ella, en gran parte por la gran cantidad de series que surgen ahora mismo en el panorama televisivo. Pero no me arrepiento de haber comenzado, aunque sea más tarde que pronto, la magnífica ‘Killing Eve’, que es capaz de ganarte episodio a episodio gracias, sobre todo, al empeño que ponen sus dos protagonistas y lo curiosas que resultan. Porque, en el fondo, ‘Killing Eve’ no trata ningún tema que no hayamos visto ya. Parece que va a ser la enésima caza al asesino, con la psicópata de turno y la mujer que le intenta parar los pies.
Pero no, Villanelle es un auténtico torbellino que arrasa por delante desde su escena de presentación inicial, tirándole el helado a la pobre niña. Tiene un halo de imprevisibilidad que hace que no sepas qué esperar de cada episodio. Ya sea vestida con un traje rosa pomposo o metida en faena para eliminar a quien sea, Jodie Comer imprime muchísima fuerza al personaje, siendo todo un descubrimiento. Lo hace suyo y lo convierte en algo completamente diferente a todo lo que hayamos visto antes en otros shows parecidos. A ratos psicópata, otras veces, divertida e, incluso, hay veces que hasta la entenderías.
Por otro lado, Sandra Oh, el contrapunto del villano. Mujer felizmente casada, con ganas de aspirar a algo más. Cuando arranca la investigación, se convierte en una mujer obsesionada por darle caza y terminar con los múltiples asesinatos que Villanelle y la organización que está detrás dejan a su paso. Pero, cuanto más conoce de su rival, más quiere saber de ella y entender el porqué de las cosas sin darse cuenta del grado de obsesión que tiene del tema.
Por todas estas razones, los capítulos de cuarenta minutos de duración se devoran solos. La trama avanza y avanza y todo el tiempo están sucediendo cosas. El hecho de que sea una temporada corta de apenas ocho episodios la hacen todavía más apetecible. ‘Killing Eve’ es un disfrute de principio a fin.