Madagascar: Diversión y locura para todos los públicos

Alex el león es el rey de la selva urbana: es la atracción estelar del zoo neoyorquino de Central Park. Como sus mejores amigos, Marty la cebra, Melman la jirafa y Gloria la hipopótamo, Alex ha pasado toda su vida en feliz e ignorante cautividad, bien alimentado y en una jaula con excelentes vistas al parque. No contento con su vida, Marty se deja llevar por la curiosidad y con ayuda de unos prodigiosos pingüinos, escapa del zoo para conocer mundo, con la intención de volver antes de que se haga de día. Alex, Melman y Gloria descubren su fuga y deciden salir en su busca antes de que alguien se de cuenta de su desaparición. Incluso en una ciudad como Nueva York, no deja de llamar la atención ver a un león, una jirafa y un hipopótamo andando por la calle y montando en metro. Los tres amigos consiguen encontrar a Marty en la estación Central, pero antes de que puedan volver al zoo los capturan y los embarcan con rumbo a África. Los pingüinos sabotean el crucero y los cuatro amigos aparecen en una playa de la exótica isla de Madagascar. Estos nativos de Nueva York deben aprender a sobrevivir en estado silvestre; es entonces cuando comprenden el sentido de la expresión “el mundo de ahí fuera es una jungla”.

En pleno auge de las películas de animación y cuando le mercado empezaba a ver el filón de este tipo de películas, nos llegó esta divertida propuesta sobre un grupo de animales de zoo que se escapan para terminar en el país del título. Parecía que los responsables de ‘Shrek’ querían aprovecharse del rebufo creado por el éxito del ogro verde y empezar a campar a sus anchas en una tecnología en la que pocos habían hincado el diente. Vista la carrera de la saga, podemos decir que el tiro les salió bastante bien.

Si es cierto que la animación ha quedado un tanto caduca tantos años atrás, más incluso que la de Shrek y compañía, también es cierto que las aventuras del león, la jirafa, el hipopótamo y la cebra que se escapan de Nueva York con la ayuda de los avispados pingüinos es muy loca, estimulante y, sobre todo, divertida. Es una película hecha para que los más peques de la casa se lo pasen en grande y podemos decir que más de un gag funcionará entre el público más adulto.

Creo que es una de las películas de animación que más gags por minuto intenta meter y, la verdad, funciona, en esencia, gracias al carisma de sus personajes principales y, hay que decirlo, la trama engancha y está bien pensada. Por ejemplo, el momento caníbal del pobre león, intentando no hacer daño a sus mejores amigos es una parte que me resulta de lo más simpática. O toda la travesía de los pingüinos, a la larga más recordados incluso que sus protagonistas y que bien merecieron una película individual, no puede ser más entretenida.

Sí que es cierto que no perduró tan bien en mi memoria como otras y que sus secuelas ni siquiera las recuerdo, al menos me he llevado un buen rato volviendo a ver ‘Madagascar’. De esas que se ven con una sonrisa de oreja a oreja.

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