Belfast: Sabor añejo

Drama ambientado en la tumultuosa Irlanda del Norte de finales de los años 60. Sigue al pequeño Buddy mientras crece en un ambiente de lucha obrera, cambios culturales, odio interreligioso y violencia sectaria. Buddy sueña con un futuro que le aleje de los problemas, pero, mientras tanto, encuentra consuelo en su pasión por el cine, en la niña que le gusta de su clase, y en sus carismáticos padres y abuelos.

Drama social, película en blanco y negro, niño pequeño por medio… uf, debo confesar que, así de primeras, ‘Belfast’ no me llamaba nada la atención. Además, en mi cabeza estaba fijada la idea o la clara sensación de que el señor Branagh se estaba marcando un filme simple que encandilase a la academia. Uno de esos productos prefabricados para ganar premios que de vez en cuando se cuelan en la temporada de premios. Estaba muy equivocado.

Como no se puede juzgar una película por un tráiler o póster ni un libro por su portada, si uno se sienta a ver ‘Belfast’ estoy casi seguro de que terminará encandilado. Es una cinta muy agradable, una pequeña delicia de hora y media que sirve perfectamente como homenaje a la ciudad, a su gente, a su historia, que está presente en cada fotograma del filme.

Con un presupuesto pequeño y desde un punto intimista, Branagh tiene la inteligencia de centrar el tiro, pasando del color del paisaje al blanco y negro, en una familia tipo, un padre casi ausente y una madre volcada en sus dos hijos. Uno de ellos es el protagonista de la historia y que, además, resulta de lo más encantador.

Así, la película vive de emociones pequeñas que van dibujándote una sonrisa y confrontación de sentimientos, queriendo entender todas las posturas. El peligro sigue ahí, y queda patente desde los primeros compases del filme.

Las aventuras del pequeño Buddy por hacer su vida normal en un mundo de adultos me resultan de lo más enternecedoras, bien aderezadas con algunos buenos diálogos y unos actores al servicio de la función. Tiene dos soberbios abuelos detrás (Dench y Hinds) que cubren la falta de figura paterna, pero destacan también los padres de la criatura, Balfe y Dormie, como esa pareja sacrificada, trabajadora y luchadora.

Con una exquisita selección musical que conforma una de las mejores bandas sonoras del año, ‘Belfast’ tiene algún “pero” en algunos momentos de su historia, quizás demasiado cinematográficos, pero como también es un poema de amor al séptimo arte, se los puedo hasta perdonar. Globalmente, una buena película y que, perfectamente, puede ser candidata a premios.

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