En el año 2000, los veinteañeros Pepo, Roge, Costa y Juan Luis emprendieron el viaje soñado: el Interraíl. Pero en su primera parada en París, la aventura, y de paso su amistad, acabó de manera abrupta. Veinte años después Juan Luis ha fallecido y, como última voluntad, ha decidido donar su jugosa herencia a sus tres antiguos amigos. Pero a cambio les pide que hagan el Interraíl que no pudieron hacer con unas divertidas condiciones… tienen que llevarse con ellos las cenizas de su amigo para que pueda “vivir” la experiencia con ellos. Por “amor” a Juan Luis, estos tres adolescentes de 40 años tendrán que resolver sus diferencias, visitar las mismas ciudades y vivir las mismas juergas, pero de un modo mucho más patético. Y con el colesterol por las nubes.
No es una maravilla, ni siquiera es la mejor película de ninguno de los tres protagonistas, pero el cine español se ha dedicado a machacar tanto, tantísimo y con producciones tan sumamente malas el género de la comedia patria, que ‘Descarrilados’ me ha parecido que consigue cumplir su función. Otra cosa, muy distinta, es que podría ser mucho mejor.
Nos encontramos a Julián, Arturo y Ernesto en papeles en los que se sienten cómodos: el rarito del grupo, el fumeta chistoso y el ligón. Los tres tampoco necesitan mucho más, tienen el carisma suficiente, cuentan con la simpatía del gran público y tienen lo necesario como para quedar bien en pantalla. Podemos sumar además en pequeños papeles a Ana Milán y Dafne Fernández y el cóctel lo tenemos servido.
El guión se cree lo suficientemente gracioso como para que sus protagonistas se desenvuelvan sin caer en el ridículo, podría haber sido descacharrante, pues la idea de estos cuarentones viajando por Europa daba para ello, pero al menos resulta simpática, la moraleja está bien y tampoco hay que pedirle mucho más a una película así para no ser crueles con ella.
Desde luego que ‘Descarrilados’, os puede entretener y sacar una sonrisilla.
El Alquimista Cinéfilo 