La historia sigue a Tylor Tuskmon, un ansioso y joven monstruo que se graduó como el mejor de su promoción en Monstruos University y que siempre ha soñado en convertirse en un Asustador, hasta que consigue un trabajo en Monstruos S.A. y descubre que lo que tiene que hacer es en realidad hacer reír a los niños.
Me duele más a mi que a vosotros ponerle esta nota a Mike y Sulley, pero es la sensación que me queda después de haber visto los dos primeros capítulos de ‘Monstruos a la obra’.
Tenéis que entender que ‘Monsturos S. A.’ es una mis películas Pixar favoritas, de esas de las que todavía no me he recuperado de su final con voz en off, de esas que te sacan el niño que llevas dentro. Es tan genial, tan sublime, que esta continuación en forma de serie no hace justicia.
Aunque el argumento liga bastante bien las dos entregas de la saga, ‘Monstruos a la obra’ sabe muy bien jugar al despiste. Recupera la acción justo donde terminaba la película original para meter con calzador a los dos protagonistas originales y vendernos un grupo nuevo que, aunque son simpáticos, no consiguen el mismo efecto.
Pero el principal, principal problema de ‘Monstruos a la obra’ es que es única y exclusivamente para niños. Si me siento con mi hija a ver las nuevas aventuras de Mike y Sulley, me descubriré aburrido a los dos minutos. Entiendo que es el público objetivo principal, pero Pixar se curraba las cosas para que toda la familia riese y llorase a gusto. Pero aquí, se han olvidado de los más mayores.
Los peques seguro que estarán encantados.