Mientras una recién casada necesita la ayuda de un amigo de su marido, un padrastro viudo decide ayudar a su hijastro de 11 años Sam a conquistar a la chica más popular de su colegio, Johanna. Todos los personajes, cada uno a su manera (un primer ministro, una vieja estrella del rock, una asistenta portuguesa que sólo habla su idioma), están relacionados con los aspectos más divertidos, tristes, ingenuos y estúpidos del amor.
El caso es que han pasado ya más de quince años de su estreno y, de vez en cuando, me apetece volver a verla. Eso es lo que te dejan muchas de las grandes películas, momentos inolvidables que quieres volver a ver de vez en cuando. Así, ‘Love Actually’, que en su momento me pareció una bonita pastelada, con el paso del tiempo se ha ido ganando un pequeño sitio en mi corazón cinéfilo.
Lo hizo bien Richard Curtis, lo hizo muy bien. Y si vemos ‘Cuestión de tiempo’ diremos que fue, incluso, a mejor. Pero hablemos de ‘Love Actually’ y de lo maravillosa que es a pesar de ser una comedia romántica, si me preguntáis, incluso del montón. No tiene un guión excesivamente complicado, pero lo bien que entrelaza las historias y, lo más importante, el subidón que van pegando cada una de ellas con el paso de los minutos es más que llamativo. Somos conscientes desde el principio de que estamos ante una película romántica y que van a suceder cosas que solo pasan en este tipo de films, pero qué bien resuelve la papeleta su director y lo bien que hace sentir al espectador. Pero si es que hasta le funcionan los gags, ¡Qué más la puedes pedir!
También me gusta mucho la forma que tiene Curtis de sacar partido a su excelente reparto. No soy yo muy de Hugh Grant en estas cosas, pero debo reconocer que su Primer Ministro es sensacional y qué decir de Bill Nighy como un viejo rockero que quiere tener un nuevo éxito en Navidad.
‘Love Actually’ es ideal para ver en esos días de bajón.
El Alquimista Cinéfilo 