Sky Rojo (T1): La venganza de las prostitutas

Coral, Wendy y Gina emprenden una huida en busca de su libertad mientras son perseguidas por Moisés y Christian, los secuaces de Romeo, el proxeneta y dueño del Club Las Novias. Juntas iniciarán una carrera desesperada en la se enfrentarán a todo tipo de peligros y cuyo único objetivo será seguir vivas cinco minutos más.

Como siempre con las series, cuidadito que se me puede escapar algún SPOILER.

No os voy a engañar. ‘Sky Rojo’ así, de primeras y sin haber visto un solo episodio, tenía todas las papeletas de ser uno de esos shows que se me iban a atravesar de principio a fin. Pero oye, lo que tiran a veces algunos actores y el magnetismo de Miguel Ángel Silvestre y el saber qué ha sido de Verónica Sánchez me han hecho terminar entrando en el juego de este club de carretera que lleva por nombre «Las Novias».

A pesar de sus defectos, sus exageraciones, sus momentos realmente salidos de madre que no aportan nada y que hacen que parezca, simplemente, un desmadre a la española, ‘Sky Rojo’ ha terminado enganchándome. Primero porque, parece, que por fin nos hemos dado cuenta de que con capítulos más cortos todo se lleva mejor. Esta historia con capítulos de hora y media habría sido para pegarse un tiro pero, en cambio, con capítulos de 25 / 30 minutos terminas picado y ves otro, y luego otro, y así.

Además, no está nada mal rodada. A parte de que tiene el sello Netflix y eso ya de por si aporta cierto grado de calidad, aquí hay tíos competentes detrás de la cámara, de la producción e, incluso, en el reparto. Se nota la mano de Álex Piña o de Eduardo Chapero-Jackson con la elección de la luz, los colores, el diseño del pub… en ese aspecto te llevas una sorpresa muy grata. La estructura de los capítulos, directos y al grano, hacen que los personajes potentes cobren mayor relevancia en manos de actores que saben qué hacer con ellos, como por ejemplo Asier Etxeandia. Incluso se permite el lujo de guardar un fuerte y potente mensaje feminista y removerte la conciencia (ojito a ese momento Verónica Sánchez chupando dedos o «los momentos de distracción») sobre tal escabroso mundo.

¿En contra? Lo que hemos hablado, se vuelve tan sumamente exagerada (batallas en ambulancias, heridos de muerte que son capaces de conducirlas sin casi guardar cama en el hospital) en algunas fases que, en vez de tomarte mínimamente en serio la propuesta (y razones y escenas hay para ello) terminas quedándote con que es un entretenimiento ligero y ya.

Ya han anunciado una segunda tanda de episodios que, no sé yo, veremos qué tal le sienta.

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