Assane Diop es un hombre marcado por el suicidio de su padre hace varios años tras ser condenado por un crimen que no cometió. La serie va encaminada a ver cómo intenta esclarecer lo sucedido y buscar venganza por la muerte de su progenitor cuando él apenas era un niño.
Como siempre con las series, ojito con los SPOILERS que se me puedan escapar.
Recuerdo con tantísimo cariño la serie de dibujos animados de Lupin («el ladrón más elegante que se pueda imaginar» decía la canción de entradilla») que era inevitable caer en la serie que nos propone ahora el bueno de Omar Sy. Pero la verdad es que la combinación ganadora que propone él junto al realizador Louis Leterrier funciona con creces.
Sy es ahora un niño que proviene de Senegal, cuyo padre se suicida cuando le culpan del robo de un collar. A partir de ahí, gracias a un libro que le regaló su progenitor, decide buscar venganza por lo sucedido mediante las técnicas de robo del mítico Arsène Lupin.
Gracias a un episodio piloto bastante potente, la serie se devora por si sola en cuestión de minutos gracias sobre todo al buen ritmo y la intriga. Sy tiene físico y carisma como para ser el eje central de la propuesta. Su personaje cae bien, es de esos ladrones de guante blanco que aborrecen la violencia y que gustan al gran público por lo que el espectador queda contento gracias a las sorpresas que guarda. Se agradece también la ausencia de fuegos de artificio y que aproveche tan bien el escenario del Museo del Louvre.
Si hay alguna pega que poner, es a su abrupto final, que no resuelve nada de lo que propone. Entiendo que la venganza debe continuar, pero terminar la pequeña tanda de cinco episodios sin ni siquiera solucionar lo del hijo me parece demasiado cruel con el espectador.
A pesar de eso, la serie que propone Netflix es, sin duda, una entretenida reinterpretación del famoso ladrón de la literatura francesa. No es la serie de vuestras vidas, pero desde luego que terminaréis enganchados.