En todo el mundo se están produciendo llamativas noticias: un escándalo acaba con un potentado del algodón de la India, un comerciante de opio chino fallece de una aparente sobredosis, estallan bombas en Estrasburgo y Viena, fallece un magnate del acero estadounidense… Nadie ve ninguna conexión entre estos acontecimientos aparentemente aleatorios, excepto el famoso detective Sherlock Holmes, que ha adivinado una red deliberada de muerte y destrucción. Y en su centro, como una araña especialmente siniestra, está el profesor James Moriarty, una mente maestra del crimen que aúna su capacidad para el mal con una total falta de conciencia. La investigación por parte de Holmes del plan de Moriarty se torna más peligrosa cuando le hace abandonar Londres, junto a Watson, para dirigirse a Francia.
Pues resulta que sí, que se puede superar a la original o, al menos, hacer una película más sólida. Siempre que vemos aparecer una secuela en cartelera uno ya piensa en que va a estar, por lo menos, un punto por debajo de la original. Pero esto no sucede con ‘Sherlock Holmes’.
¿Sabéis por qué? Pues porque Guy Ritchie es un tío que va a morir matando. Traicionó su estilo una vez, con ‘Barridos por la marea’ y por culpa de Madonna, pero tiene claro que no le va a volver a pasar. Se ha ido depurando con los años, añadiendo cosas que le gustan y haciéndose, en definitiva, un perro más sabio. Pero es que hasta en aquellas películas que son, simplemente, un blokbuster, es capaz de dejar su sello. Ritchie dirige la secuela de Sherlock con ganas, porque sabe que tiene que contar una batalla que es legendaria y que al público le tiene que emocionar.
Así, Moriarty, en manos de Jared Harris y con el guión de Kieran y Michele Mulroney, es un personajazo que está a la altura de este renovado Sherlock. Es la antítesis perfecta para que Downey Jr. no se acomode en el papel y necesite algo más que sus tics de siempre para no desentonar. Además, el fichaje de Noomi Rapace también suma.
Porque resulta que este ‘Sherlock Holmes: Juego de Sombras’ tiene mucho que contar. A pesar de que hay una película predecesora que establece las bases de la franquicia, es una secuela capaz de sorprender, capaz de dar al público el entretenimiento que busca (con humor y con secuencias de acción brillantemente dirigidas) y de guardarse algún que otro as en la manga para que al finalizar el metraje pienses que sí, que esto está trabajado y de que, sin duda, verías una tercera entrega.