Un capo de la droga con un marcado estilo británico intenta vender su imperio a una dinastía de multimillonarios procedentes de Oklahoma.
Vistos los palos que le llueven al pobre cada vez que intenta salirse del, vamos a lamarlo «esquema ‘Snatch'», es lógico que el bueno de Guy Ritchie vuelva sobre sus pasos y ruede una película de ese estilo cada cierto tiempo (y, todo hay que decirlo, qué bien se le da). Es algo que siempre es bienvenido, porque con diálogos ingeniosos, tramas locas y personajes curiosos suele crear películas inimitables. Aún espero una secuela de la bestial y demencial ‘Rocknrolla’.
Pero el caso que nos ocupa, ‘The Gentlemen: Los señores de la mafia’, aunque parece tener todos los elementos de su cine, en esa ocasión al bueno de Ritchie se le nota acomodado, como si supiese que cada vez que vuelve a su fórmula le tuviésemos que besar los pies y no es así… del todo.
A su servicio está, esta vez, un reparto de auténtico parangón, de esos que quita el hipo y que no puede estar más desaprovechado. Muy curioso Hugh Grant saliendo de su zona de confort o Colin Farrell siempre arriesgando, pero del resto poco se puede decir (la presencia de Matthew McConaughey impone, pero no hay un personaje detrás), simplemente «están» porque Ritchie no crea personajes tan atractivos como en anteriores films. A eso hay que sumar una trama bastante planita, muy sosita, que no logra engancharme al cien por cien en ningún momento y que da poco juego a su impactante estilo visual.
Es decir, ‘The Gentlemen’ está bien, se ve pero seguramente se olvide con facilidad. Es un entretenimiento algo vacío, fruto de un ejercicio poco esforzado de su director y guionista. Un trabajo impecable, pero sin fondo.