Estados Unidos. Un grupo terrorista bloquea el sistema de ordenadores que controla las comunicaciones, el transporte y el suministro de energía. El cerebro de la operación había estudiado minuciosamente hasta el más mínimo detalle, pero no había contado con John McClane, un policía de la vieja escuela, pero con los conocimientos necesarios para frustrar una amenaza terrorista de esta índole.
Hay películas que son, claramente insuperables. Hoy en día puedes revisar las veces que quieras la original, ‘Jungla de Cristal’, de 1988 y no cambiarías absolutamente nada. En el género de acción, es una obra maestra completa que está a años luz de esta. A pesar de que aquí se amplie la acción a todo un país, la otra, con solo un rascacielos, consigue una descarga de adrenalina tan brutal que solo puedes rendirte a la evidencia. Si ‘Alerta Roja’ es la secuela correcta, ‘La Venganza’ es la alocada hermana que reúne los elementos necesarios para rozar la calidad de la original.
Pero con todo y con eso, sigo partiendo una lanza en favor de la magnífica ‘La Jungla 4.0’. Resulta difícil contar por cuarta vez la misma historia pues, al final, McClane debe enfrentarse a unos terroristas (que no lo son) que pondrán en jaque, esta vez la nación. Pero hay algo que Len Wiseman hace muy bien y me sorprende gratamente: consigue crear unas acojonantes secuencias de acción que te mantienen pegado a lo que sucede en pantalla. Es cierto que, en muchas ocasiones, la película está a punto de írsele de madre y que en otras McClane está más cerca de ser un ‘Terminator’ o superhombre que una persona de a pie (que fue lo que, al final, consiguió encandilarnos), pero resulta tan sumamente entretenida que no tiene desperdicio.
Para empezar, creo que está bien establecido el triángulo de personajes sobre el que se establece la historia. A McClane (Willis en el papel que más cómodo se siente) le asignamos un nuevo compañero informático. Él no es más que un dinosaurio en la era de la información y el contraste funciona y resulta divertido. El tercer eje es Lucy, la hija de John, que sirve además para contarnos algo mínimamente distinto de nuestro héroe (a pesar de que no se ahonde más en el por qué no funciona el matrimonio de ellos o porqué ella está cabreada con él).
Luego está todo el espectáculo. Han pasado quince años y recuerdo todavía cada secuencia de acción de esta película. Ha pasado muchísimo tiempo y la gente sigue hablando del helicóptero derribado por un coche, que encumbra una magistral secuencia en un túnel que es el verdadero punto álgido del film, por encima incluso de la del avión o la otra del ascensor.
Personalmente, la pondría un pelín por encima de la segunda, porque me parece que es más espectacular, pero lejos de las obras maestras de McTiernan. Una divertida y entretenidísima secuela.