Un general condecorado colabora a regañadientes con un científico muy peculiar en el despliegue de la nueva agencia del Ejército de EE UU: la Fuerza Espacial.
El único motivo que te lleva a terminar la primera temporada de ‘Space Force’ es el hecho de que sus episodios duran apenas media hora, porque de lo contrario no hubiera pasado del tercero. Es una pena que se desperdicie de semejante manera todo lo que hay alrededor, porque con un par de vueltas más, hubiera sido un pelotazo.
Pero, da igual por dónde lo mires, ‘Space Force’ no funciona. Por mucho que Steve Carell se esfuerce, aunque esté John Malkovich… nada, no arranca. Es tan sumamente bobalicona, que no saca partido al hecho de intentar ser una sátira a la administración Trump. Debería ser mucho más ‘Aterriza como puedas’ y no tan sosa y aburrida. La falta ritmo, la falta empaque. El remate es Lisa Kudrow, a la que no se puede desaprovechar más.
Aunque la trama del mono pueda hacer que te enganches, rápidamente los capítulos siguientes consiguen el efecto contrario. Se ve con tedio en vez de con ganas. Toda la trama de la hija está metida con calzador y es de relleno. Para el colmo, los dos episodios finales que deberían despegar la historia para una posible segunda temporada, no pueden estar peor realizados y ser más decepcionantes.
Pinchazo de Netflix. Y de los gordos.