Nueva York. Años 50. Lionel Essrog es un solitario detective privado, afectado por el Síndrome de Tourette, que se aventura a intentar resolver el asesinato de su mentor y único amigo, Frank Minna.
Por muy buenas intenciones que tenga la película, y tiene muchas y podría ser una de esas películas que apareciesen en los listados finales de mejores del año, lamento decir que no me termina de convencer en absoluto. Tengo en un alto grado de estima a Edward Norton, maravilloso actor de temperamento con el que no debe ser del todo fácil trabajar. Aquí toma las riendas del proyecto siendo director y actor protagonista y es de esas pocas personas que puede atreverse hacerlo sin que le venga grande la tarea. El problema es que no todo encaja.
No encaja porque, para empezar, tiene un metraje excesivo y una narración tan lenta que la convierten en un soberano tostón. Por mucho que su buen arranque inicial consiga engancharte, lentamente pierde fuelle entre los tics nerviosos de la exagerada actuación de Norton (que el protagonista tenga el síndrome de Tourette no te da pie a ponerme de los nervios, en ‘The Score’ está mucho más correcto), la sensación de que no suceden cosas y el embrollo de la trama (¿Magnates de los bajos fondos y grandes nombres involucrados detrás? Me suena a demasiado visto).
Es un film que promete bastante, por reparto, dirección, ambientación… pero que se queda a medio gas en todo. Se nota mucho que tenían presupuesto para según qué cosas y hay momentos en los que la película queda completamente al descubierto. Para ejemplo la escena con la que arranca todo, tensión, aparentemente bien actuada, y todo se resuelve de un plumazo.
Una lástima.
Un comentario Agrega el tuyo