Franz y Fani Jägerstätter son un feliz matrimonio que vive con sus tres hijas en su granja alpina en Sankt Radegund, Austria. Son campesinos, viven y trabajan rodeados de un impresionante paisaje montañés. Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, los hombres comienzan a respaldar el nazismo, pero Franz no se deja arrastrar por la corriente mayoritaria. Se resiste a prestar juramento a Hitler y se convierte en el primer objetor de un mundo de ferviente nacionalismo y creciente ideología de odio. El amor incondicional de su esposa y su fe inquebrantable, se convertirán en sus principales aliados para afrontar las graves repercusiones que su decisión provocará…
No soy yo muy fan del nuevo estilo de Terrence Malick. Es cierto que llamarlo “nuevo estilo” no es del todo acertado porque, a lo mejor, deberíamos decir que, como los personaje de la historia, Malick ha ido evolucionando su cine hasta el punto de intentar traspasar, de alguna forma, la pantalla, para que te veas emocionado por lo que ves.
Lo cierto es que en ‘El árbol de la vida’, todo podía funcionar gracias a la maravillosa fotografía. Aunque no me enterase de nada de lo que estaba pasando, no podía dejar de mirar y emocionarme ante algunas de las mejores instantáneas que nos ha dado el cine reciente. Aquí, en ‘Vida Oculta’, quizás el problema sea en que se tiene que ceñir a un guión al que no termina de hacer caso para contar la historia de este feliz matrimonio durante la Segunda Guerra Mundial.
Malick se distrae, y mucho, en numerosas reflexiones, logrando un film disperso que no logra la atención completa del espectador. Como en sus anteriores obras, está más cerca de la poesía que del séptimo arte. Eso es algo que le suele pasar pero mientras en ‘La delgada línea roja’ me parecía excepcional, aquí me parece que lo hace de forma aburrida.
Por eso, cuando llega el final, no me llego a emocionar del todo. Es decir, una vez más la forma no cuadra con el fondo. ‘Vida Oculta’ me ha parecido un flojo film en la carrera de este grandísimo cineasta. Pero también puedo ser yo, que a lo mejor no la he cogido con ganas.