Tarjetas cursis, clichés tontos y presión insoportable. Para Andrew, Nick, Jessi y toda la banda, el día de San Valentín es un campo minado que nunca acaba.
Como siempre sucede con las series, ojito con los posibles SPOILERS a partir de aquí.
Asentada ya como una alternativa a otras series de animación que buscan divertir a la audiencia adulta, ‘Big Mouth’ vuelve en su tercera temporada a hacer hincapié en el desarrollo corporal y sexual del ser humano durante ese periodo la vida denominado como la adolescencia. Si ya conocemos a los monstruos de las hormonas (ojito al puntazo de que el monstruo de Nick sea Connie) y al mago de la vergüenza, en esta nueva tanda de episodios ahondamos un poco más en Kitty depresiones y en algunos personajes secundarios del show. Así, entendemos mejor la forma de ser de Jay, Missy o Matthew.
Además empieza a ser habitual la aparición de otro tipo referencias humorísticas a situaciones políticas, sociales (me viene a la cabeza todo lo del Me Too), familiares o culturales, de manera similar a lo que sucedía en series como ‘South Park’ o ‘Padre de familia’.
A destacar si cabe el episodio final, muy imaginativo y original, en el que todos los adolescentes reciben poderes paranormales durante un día. Este hecho sirve para avanzar bastante la acción y descubrir algunos secretos que parecen guardados de cara a futuras temporadas. Es curioso como esta vez, el final con el que se juega es abierto, dejando la amistad de Nick y Andrew en entredicho.
¿Será capaz ‘Big Mouth’ de suplantar a ‘Los Simpson’ como serie de animación para adultos en un futuro? Difícil de saber. Hoy por hoy esta producción de Netflix es mejor que muchos de los episodios de las últimas temporadas de la familia amarilla, pero está muy lejos de las mejores. Ha sembrado bastante bien y consigue que su público le sea fiel. Veremos que nuevas aventuras deparan a estos adolescentes.