Tiempo después de los eventos sucedidos tras el último episodio de la serie, el fugitivo conocido como Jesse Pinkman busca la libertad huyendo de sus captores, de la ley y de su pasado.
Cuando uno termina de ver ‘El camino’, llega a la conclusión de que el bueno de Vince Gilligan, que ha dedicado muchos años a la realización de una de las mejores series que ha dado la caja tonta (si no la mejor) y a eso hay que sumarle el tiempo que ha dedicado a ‘Better Call Saul’, ha querido pegarse un pequeño homenaje. Algunos pueden decir que llega tarde, pero creo que llega en el momento oportuno.
Recuperando como anclaje emocional a Pinkman, la película narra los acontecimientos posteriores al último episodio de la serie, «Felina». Combinando eventos presentes y pasados, vemos como el camino que Jessie debe recorrer es también emocional, teniendo que dejar todo atrás, junto a la ley y la policía que le persiguen y buscando un futuro que parece tremendamente incierto. Aaron Paul, que no ha tenido mucha suerte a la hora de elegir papeles fuera de la serie, le tiene cogido el pulso al personaje y, como eje principal de la cinta, logra que todo funcione.
Como espectador amante del universo de Gilligan, es imposible no terminar metido en la piel del bueno de Jessie, recordar alguna conversación con Walter White, o con Mike que lleve a rememorar en nuestra mente las escenas más míticas de la serie. Recordar viejos tiempos a base de cameos es algo que siempre funciona, porque crea nostalgia, invita a la reflexión y todo tiene cierto punto de amargura.
‘El Camino’ funciona, a pesar de que haya poco o nada que contar. Porque, en el fondo, la huida de Pinkman es bastante simplista. Falta algo más de chicha que le hubiera metido un ritmo más a la cinta, que se hace demasiado pausada. De esta forma, parece un capítulo alargado innecesariamente.