Green Book: Paseando a Miss Daisy en el siglo XXI

Cuando Tony Lip, un rudo italoamericano del Bronx, es contratado como chófer del virtuoso pianista negro Don Shirley, durante una gira de conciertos por el Sur de Estados Unidos, deberá tener presente «El libro verde», una guía que indicaba los pocos establecimientos donde se aceptaba a los afroamericanos. Son dos personas que tendrán que hacer frente al racismo y los prejuicios, pero a las el destino unirán, obligándoles a dejar de lado las diferencias para sobrevivir y prosperar en el viaje de sus vidas.

Lo sé, lo sé. Sé que no me he currado mucho el título de la película y que, probablemente, es lo que oigáis y leáis de ella. Pero es que esta ‘Green Book’ cumple perfectamente con ese propósito de ser una revisión actualizada de aquella película protagonizada por Morgan Freeman y Jessica Tandy.

Aunque podría ser una debilidad sospechosa ser parecida a una, ya de por sí, oscarizada historia, no podríamos estar más equivocados. ‘Green Book’ es una amable película, una feel good road movie que nos arranca obligadamente la sonrisa con sus inspiradas escenas y que da una vuelta de tuerca más al racismo vivido durante los años sesenta en Estados Unidos en este viaje en coche con una extraña pareja. Me sorprende muchísimo que Peter Farrelly esté detrás de todo esto, pero me alegra ver el salto de calidad que ha dado.

Si podéis, vedla en versión original. No os arrepentiréis. Creo que disfrutaréis mucho más de la gran actuación de Viggo Mortensen caracterizado como Tony el Gordo de la serie ‘Los Simpson’. Viggo nos tiene acostumbrados a que siempre da lo mejor de sí en cada proyecto, y este no iba a ser una excepción. Ese acento, esa tripa… es un espectáculo. A su lado, Mahershala Ali se luce como el refinado y culto pianista, perfecto contrapunto. Ambos, derrochan química en pantalla y la amistad que me vende la película en el tráiler y póster, se hace palpable en la gran pantalla.

Si ‘Green Book’ termina ganando en los Oscar, no debería de extrañarnos. Tiene todos los elementos que la hacen firme candidata al premio y es una de esas historias que tanto gusta a los votantes de la academia. Además, yo no me rasgaré las vestiduras. Peor sería que lo ganara otra.

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