Glass: Declaración de amor al cómic

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David Dunn sigue su lucha contra el mal embarcado en la búsqueda de la figura conocida como «La Horda». En la sombra, Elijah Price parece emerger como una figura clave que conoce los secretos de ambos.

Hace apenas un año que el director Night Shyamalan decidió provocarme un infarto con aquella escena final de ‘Múltiple’, en la que la cinta cobraba un sentido completamente distinto y prometía una secuela que llevaba años esperando (pues no era la primera vez que oía que tenía estos planes en mente).

Llega el momento entonces de evaluar a su justa medida ‘Glass’, que no defraudará a los más fans del director. Es más, es una película que da exactamente lo que promete, con sus dosis de épica, intriga y emoción. El nexo de unión de Dunn, Elijah y Kevin pasa a ser el mundo de los cómics, por los que su creador siente una devoción absoluta. No faltan referencias, datos o encuadres que se asemejen a los de una viñeta. El trabajo de Shyamalan aquí es cuidadoso e incuestionable.

Es un festival en el que la actuación de James McAvoy se come todo lo demás. Sus voces, sus gestos… es un auténtico show que ensombrece el buen hacer de sus compañeros de reparto. Ahí está Samuel L. Jackson como el gran maestro en la sombra. Tampoco nos olvidemos de un contenido Bruce Willis, en el papel menos agradecido de la historia y al que ese final no hace justicia. Y ahora me explico.

Porque a partir de aquí, llegan las inevitables apreciaciones personales y entenderé, perfectamente, que no estéis de acuerdo conmigo. Tranquilos, no voy a lanzar spoilers a diestro y siniestro, no es mi estilo y menos con un film así. Me refiero, concretamente, a su giro final, en el que el film da un vuelco, en mi opinión, exagerado. Una amarga vuelta de tuerca final que, si bien es cierto que no desentona, si que desafina con el conjunto. No me termina de encajar con todo lo que he visto. Quizás, en una futura revisión de la trilogía, mi apreciación cambie y entienda mejor el punto de vista final del director, pero, para mí, es una metedura de pata.

Dejándome este sin sabor final, sigo diciendo que no puedo quejarme de nada con respecto a ‘Glass’, pues esconde un par de sorpresas que son muy bien recibidas. Además, el acertado uso de metraje de ‘El Protegido’ no hace más que acentuar el cariño con el que su máximo responsable a tratado al film. Durante dos horas ha sido, exactamente, el tipo de película que llevaba esperando desde hacía mucho tiempo. Quizás, lo del final, sea solo cosa mía.

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